Saturday, March 21, 2009

Un día más de GIMUN...

... un día más de GIMUN y yo me colapsaba, sin duda. Fue enormemente fatigante, enormemente chido, enormemente memorable y bonito, demandante e increíble.


Hace varios meses, desde antes incluso de venir a Ginebra, mi otro compañero de San Luis que también vino a las mismas prácticas que yo, entusiasmado me habló de una cosa llamada "Gimun" y me animó a anotar y no olvidar la siguiente dirección: http://www.gimun.org/, para que la Caudilla reviviera su pasado de Tecmunera itinerante (y es que, sin grandes penas ni glorias, echando cuentas resulta que he estado en el TECMUN ya cuatro veces: una como delegada de Colombia, una en el Comité Organizador, una como Secretaria/Multichambitas en el Consejo de Seguridad y una más como Secretaria/Moderadora/Multichambitas en la OMC... y he amado cada minuto de ello); y se embarcara nuevamente en un Modelo de las Naciones Unidas, actividad generalmente juvenil que demanda un enorme esfuerzo y entraña una inmensa satisfacción. He ido a cada uno de esos Tecmunes sin esperar nada a cambio, porque muy pocas veces se obtiene algo a cambio, más alla de un posible e hipotético cartón que diga "Mejor Delegado". Y si puedo seguiré yendo.


Pero claro, la cosa desde el principio olía a Ligas Mayores: ¿un Modelo de las Naciones Unidas en Ginebra, capital mundial de la diplomacia y sede de la ONU real?... Madre mía.



Con el paso de los días pensaba si tomarme la cosa en serio o no, bueh, un MUN como muchos otros, por qué no intentarlo, por qué sí; intenso trabajo, ñoña preparación, arduas investigaciones, escribir la postura del país, recordar con desagrado que, en el fondo, siempre he sido una persona nerviosa y muy mala para hablar en público, y encima en inglés...


Mandé mi solicitud dos días antes de la fecha límite, casi deseando que no me admitieran, o que el archivo se les perdiera o algo. Hice mi ensayo de motivación, y me quedó bastante bien, pero no gracias a ningún esfuerzo en particular: escribir es una de las pocas cosas que se me dan con absoluta naturalidad (y hay quien lo ha llamado "talento"). Mandé mi CV y todo lo demás; datos, experiencia previa, todavía dudando. Y es que, aunque una parte de mí empezaba a morirse de ganas de estar dentro (¡¡Un modelo de la ONU en la ONU misma, so tonta, vale la pena intentarlo!! ¿No entiendes que ha de estar chidísimo?); mi huevona interior de todos modos pedía vacaciones permanentes y el ala huelguista de mi cerebro se negaba a una carga intelectual de ése tamaño. Y es que la gente tiene maneras cañonas de auto-sabotearse, de conformarse con algo que no le conviene. La Caudilla no es la excepción. Tengo que admitir que a ratos deseaba no participar, ahorrarme el esfuerzo y seguir siendo la de siempre en ésa semana de marzo.


Lamentablemente para mi departamento cerebral de las vacaciones, a las semanas me llegó el e-mail. La augusta persona de usté acaba de ser aceptada. Turquía. Consejo de Seguridad. Hey, no tienes poder de veto, pero al menos tienes la aceptación y la posición fregona de un país mediador entre el Oriente y el Occidente. Superósom!!




Luego vino el siguiente e-mail, que conllevaba menos fiesta y más billete. Me informan que la participación cuesta 200 de los suizos. ¡¡Doscientos!!... Las neuronas que se negaban a trabajar saltaron de inmediato con sus pancartas negativas: "Nooo mi Lic, pos está retecaro, pos qué se me hace que así pos no se va a poder..."

Pero ha llegado el momento de mi vida en que se me grabó al fin el mensaje de que Nada Se Pierde con Intentarlo, y el viejo adagio mexicano de que No Hay Peor Lucha que La Que No se Hace. Y aquí es donde entra la historia de cuando la Caudilla se volvió una bandida.

No les haré el cuento muy largo: mi compañero potosino (que obviamente también participaba) y yo hicimos el intento de solicitar un par de Ayudas Financieras a las que en realidad no teníamos derecho; solicitud para la cual echamos mano de unas pequeñas, insignificantes, minúsculas, irrelevantes chiquititas mínimas tergiversaciones de la verdad. Y las obtuvimos. Las dos. Nadie nos preguntó nada, simplemente y como por arte de magia nuestra cuenta por pagar se redujo de 400 francos suizos a cero francos suizos. Así. No quieren saber los detalles, ¿verdad que no? ¡Perfecto!


Digamos que en Suiza el dinero simplemente funciona de manera distinta. Aquí la gente no habla de dinero, sencillamente la gente lo tiene. Y mucho. Así que, nuestra participación digamos que no nos salió completamente gratis, sino que... bueno, sí nos salió completamente gratis.



Estábamos dentro, lo que siguió fueron semanas de sentarme a la computadora y no estudiar nunca lo suficiente. Para un modelo de la ONU, insisto, por muy pinchurriento o por muy grandioso, uno nunca puede prepararse lo suficiente. Jamás. Ni los delegados reales de la ONU saben todo lo que deberían. Uno tendría que dedicarse el día entero de meses enteros leyendo las últimas noticias, las viejas noticias, la historia de la ONU, la historia del Comité, la Carta de las Naciones Unidas, la posición exacta de tu país y la de todos los demás países y las relaciones entre ellos, todos ellos; el tópico, la historia del tópico, la posición de tu país con respecto al tópico, la evolución de la política en tu país y finalmente cuáles son los temas con los que te podrán tirar popó y tú a otros.

Afortunadamente, ya sabemos el secretito de que en los MUNes no gana quien estudia más; es completamente una cuestión de actitud, verbo, comportamiento, reacciones y diplomacia. Un mensaje es 20% qué dices, y 80% cómo lo dices.

Y las palabras, correctamente elegidas y en la mezcla y tono correctos, pueden significar una amplia gama de cosas diferentes.

Pero aún así yo me sentía poco preparada al inicio de mi preparación y aún menos preparada el día que comenzó todo el desmadre. No hay que ser tibios: con mi sentido autocrítico de siempre, me sentía una completa ignorante. ¡Valor, chica, valor!...





No quiero aventarme una descripción detallada de día por día. Y es que el GIMUN, Geneva International Model of the United Nations, dura cinco días. Bueno, en realidad dura siete, pero dos de ellos se dedican por completo a comentar el Protocolo, reunirse con el comité, conocerse, sentirse a gusto, pasear y organizar dos o tres fiestas. ¡Mientras que el TECMUN enterito dura dos días!... Nunca más me volverá a parecer largo o cansado. Nunca.


El Palacio de las Naciones, sede de la ONU de a deveras. Lleno por una semana de niños de entre dieciocho y treinta años. Salas preciosas, placards, micrófonos en cada lugar, paredes elegantemente decoradas. Gente de decenas de países, caras blancas y negras y chinas y morenas y latinas y de ojos verdes y de ojos rasgados, y árabes y francesas y judíos y rusas. La regla general, en toda lógica, es que nadie debe representar a su propio país, un requisito nada difícil de cumplir cuando se tienen muchos menos países por representar que países de origen de los representantes. Aparte de los Delegados y las Mesas (Chairpersons suena mucho mejor que "Mesas" a decir verdad, y la palabra no ha dejado de perder estatus desde que salió la estúpida canción de "La Mesa que más Aplauda"); también existían las posiciones de: Periodista, Embajador, y Representante de alguna organización pertinente a cada comité: la FAO, Human Rights Watch, la OMC. Gente nueva y amigos instantáneos. El inmenso edificio de la ONU. ¡¡Fiestas diario, organizadas por GIMUN!!... Ya no aguanto más días de dormir sólo cinco horas. Un día quedándonos hasta las diez de la noche en la biblioteca para escribir resoluciones; al siguiente de fiesta y cantando rancheras frente a todos los participantes, con el resto de los mexicanos. La noche del fondue, la noche internacional, la noche de vayámonos a un bar y perdamos la conciencia.

¡Y los intérpretes simultáneos!... El modelo es tanto en francés como en inglés, y se tienen traductores e intérpretes (que no son lo mismo); los primeros para traducir documentos y/o repetir discursos en un idioma después de que fueron dichos en otro, los segundos son seres geniales que tienen la habilidad inexplicable de escuchar un discurso en un idioma, con audífonos, y al mismo tiempo estarlo traduciendo (interpretando) en otro idioma frente a un micrófono. Y los delegados en cada mesa tienen su auricular y todo el rollo. Éso, por supuesto, le da al GIMUN un aire de completo realismo respecto a la ONU, respetuosa intocabilidad frente a cualquier otro modelo, y como un 40% más de Puntos Fresa.




Yo no puedo imaginarme una tarea más complicada, un talento más grande, que escuchar en un idioma y al mismo tiempo hablar en otro. Me hice amiguita de una de las intérpretes y ella insiste en que no es nada extraordinario, que se aprende y se practica... Que diga lo que quiera, para mí sigue siendo un talento digno de los dioses, y una habilidad que exige un IQ de 250 y un estado de trance iluminado. Nunca me explicaré cómo lo hacen.

Nuestros tópicos: El Conflicto en Sudán, muy convenientemente aderezado por la casualidad de que hace un par de semanas al presidente sudanés le mandaron una orden de arresto de parte de la Corte Penal Internacional; y la Responsabilidad de Proteger.

Resulta digno de mención que Turquía, para el caso de Sudán, está del lado de los malos porque su relación política con Sudán es inmejorable, así que me tocó el conveniente papel de defensora del genocida. Genial. Turquía luchó con las uñas para que ese tópico no se abriera al principio, ello me daría tiempo de preparar algunos argumentos convincentes. No lo logramos y nos lanzamos de cabeza a debatir si el presidente de Sudán debería o no ser arrestado. Yo no salía de mi trinchera de defensora de la soberanía nacional y de la idea de que la cosa se pondrá aún peor si arrestan al presidente (lo cual igual y es cierto). Suerte que no estaba sola, me hacían compañía algunos otros países llenos de libertad política y humanismo como Libia, China y... y creo que nada más.

Por un momento pareció que estábamos ganando la batalla; nuestros argumentos, a fuerza de repetirlos y repetirlos y de mencionar cuán ofendidos nos sentíamos todos los países musulmanes por cualquier cosa que dijeran los países occidentales (cosa que se apega en grado sumo a la realidad), parecían estar colando. Pero entonces llegó Mukesh Kapila.

Resulta que el Consejo de Seguridad tuvo el martes por la mañana una conferencia especial con Mukesh Kapila que es, ni más ni menos, quien fuera representante de la ONU en Sudán en los años 2003 y 2004. Y nos dio una pequeña e ilustrativa plática. Y resulta que éste señor, oigan ésto; es uno de los que dieron a conocer al mundo (CNN y todo), el genocidio que ocurría en ése momento en Sudán. Perdió su trabajo en Sudán, recibe de vez en cuando amenazas de muerte, habló con mujeres violadas, sobrevoló pueblos convertidos en barbacoa (sus propias palabras). Paquete completo. Y Sudán voló a los encabezados del mundo, tres semanas después el Consejo de Seguridad (el de a deveras) se ocupaba del tema.




No me malinterpreten, fue una conferencia maravillosa y no la cambiaría por nada. Fue conmovedora y nos hizo creer que la gente puede lograr cosas aunque tengan todo en contra. Aumentó nuestra fe en la ONU. La cosa se puso mesiánica cuando la delegada de Vietnam sufrió una explosión de fanatismo y de sentimientos encontrados; lloró y le declaró su amor a Kapila y le preguntó que si podía abrazarlo y sin esperar respuesta se lanzó a sus brazos y propuso una sesión de fotos con él. Fue increíble tener ahí a ese señor, el único problema es que el debate tal vez habría tomado otro curso si la conferencia hubiera sido el viernes en la tarde y no el martes a primera hora. Porque obviamente Kapila, sin quererlo y sin saberlo, acababa de hacer cachitos todos y cada uno de nuestros desesperados argumentos pro-Sudán, los usados y los que apenas íbamos a usar. Muchos idiotas incluso tuvimos la ocurrencia idiota de preguntarle su opinión acerca de nuestros posibles argumentos futuros, sólo para verlos morir una muerte maravillosa y mesiánica.

Todos los que hasta entonces habíamos tenido que hacerla de amigos de Sudán; es decir los representantes de países islámicos, la fácilmente ofendida Libia y la luchadora Sudáfrica y la interesada China y el no-intervencionista India y la cordial Turquía, y por supuesto Sudán mismo, ya no sabíamos en dónde meternos y ya ninguno de nosotros se atrevía a repetir que la Corte Penal Internacional debería dejar a Sudán en paz. Lo cual también fue un poco injusto porque, vamos, traer a éste señor que fue prácticamente de los primeros en gritar ¡¡GENOCIDIO EN SUDÁN!! y por lo tanto un héroe indiscutido; es como si a mí que soy atea me trajeran a Jesucristo Superestrella para que me ponga a debatir directamente con él. Lanzarnos con Sansón a las patadas de esa manera no podía sino tener una pesada influencia en el debate; pero yo insisto y lo digo en serio: ninguno de nosotros habríamos cambiado esa conferencia por ninguna otra.

Al final todo se solucionó (o casi, pero supongo que en la ONU así se dice cuando se aprueban resoluciones), increíblemente se aprobó la resolución que propusimos India, Rusia y su servilleta la turca. Luego tuvimos que retomar el tópico porque el Secretario General del modelo, junto con algunos otros actores, decidieron hacer el debate más interesante y se inventaron la crisis de que acababa de estallar la guerra entre Sudán y Uganda, lo que al menos logró que por un momento Sudán dejase de ser el patito feo, para que Uganda recibiera por un rato las patadas y los disparos de popó. Pobrecita ella, nuestra delegada de Uganda, muy arregladita y a todas horas pintándose los labios antes de pedir la palabra. Con el segundo tópico ya no nos dio tiempo de hacer gran cosa, en mi caso al menos mi cerebro ya se había ido de vacaciones a Istanbul después de cinco días de debate intenso, por mi boca ya sólo salían idioteces repetitivas acerca de la necesidad de respetar la soberanía, perdí la pista de cuáles enmiendas y resoluciones estaban siendo votadas y en algún momento terminé pensando: "Soy Turquía. No soy europea ni africana, no soy totalmente asiática ni estoy completamente alineada con los demás países musulmanes... ¡¿quién demonios soy?! ¡¿Ahora con quién me alío si soy un maldito comodín?!"... Creo que tuve un gran despegue y varios momentos de brillante lucidez (así como otros de completa idiocia, como cuando ataqué a Estados Unidos por la invasión a Irak sin recordar que Turquía también invadió Irak), pero al final la neurona ya estaba agotada.



La ceremonia de clausura fue grandiosa y (sorprendentemente) divertida, al final ni mi compañero de San Luis ni yo ganamos nada, pero así es la vida y así es la ONU, supongo.

A veces se gana, a veces se pierde... y a veces estás parado en la azotea del Antiguo Edificio de las Naciones Unidas haciendo gritos de pavorreal para llamar a los pavorreales del jardín (eso es una historia real, protagonizada por mí); o incluso tienes el placer de corretear a uno de los bichos a través de los jardines (eso también pasó de verdad, protagonista: la Delegada de Sudáfrica).

Y nuestros Chairpersons... Ufff, las mesas. Cómo les explico que me enamoré de los tíos de las mesas. Bueno, no. En realidad sólo me enamoré de uno de ellos. Pero es de verdad, no me lo tomen a la ligera. ¡¡La madre que lo parió!!... El tipo era como un dios griego, y miren que ni siquiera es común que me guste el look de "dios griego". Güero, los ojos azules, el mentón grande, las greñas chinas y desarregladitas, todo grandote y fuertote. El tipo está más alto que el Jet d´Eau de Ginebra. A mí siempre me ha gustado que los hombres sean al menos un poco más altos que yo, y miren que con mi metro cincuenta y cuatro de estatura no es un requisito difícil de cumplir, de hecho es completamente factible. Pero cuando un güey es mucho más alto que yo, madre mía, de alguna manera, como alguna vez dijo uno de mis amigos gays, "me impone". De alguna manera puede gustarme así tenga la cara de Elba Esther, tan sólo por ser muuuuuy alto. Algo tienen de encantadores los hombres que me sacan tres cabezas. Así que ahora ya puedo pretextar que si no gané nada en el GIMUN, fue porque me pasé buena parte del modelo observando al de la mesa, escuchando su varonil voz. Uff, papá. Pido un punto de privilegio personal para quedarme viéndote como estúpida, sin Derechos de Réplica en caso de que te imagine en traje de baño. Por otro lado, ningún debate me hizo sentirme tan realizada como el hecho de bailar con él durante unos minutos en la cena de gala, cuando terminó el Modelo. Fui harto feliz de tener, por esos lindos instantes, mi cabeza tan cerca de su esternón. Me cuidé, por supuesto, de no quitarme los zapatos ni agacharme ni tantito, porque el tipo seguro que me iba a perder de vista o al menos confundirme con los diseños del piso. También bailé con uno de los Recruiters. Que también me gustaba. Y también fui muy feliz.

Si algo queda de todo ésto, es la enorme satisfacción de que un día diré a mis nietos "estuve en un modelo de la ONU en la ONU", y ver cómo toda esta ñoñería tiene un efecto indeleble en nuestras vidas: durante mucho tiempo quedamos tan acostumbrados a pensar a la manera ONU, que cuando vas a desayunar en las mañanas pides un Punto de Privilegio Personal, y a continuación te pasas la mañana expresando tu profunda consternación por la falta de mantequilla en la cocina y recordando las pasadas Resoluciones que exhortan a los Miembros a recordar su Responsabilidad de Proveer Mantequilla, solicitando la cooperación financiera para resolver urgentemente el problema de la mantequilla y decides seguir ocupándote de la cuestión.

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