Thursday, February 19, 2009

Leo DiCaprio en: Nuestro gran suicidio subsidiado por Gaia.

Qué fuerte, tío.

Como el de Al Gore, otro gran documental para tratar de meternos en la cabeza que la cosa va mal, muy muy mal. Y no parece estar mejorando ni que vaya a hacerlo pronto, gracias a nuestra protomentalidad de grandeza y egoísmo humanos.

Como dije en algún post de mi blog anterior (que sería bueno buscar y traer de vuelta), nada va a cambiar hasta que la Naturaleza misma nos deje ir un buen chingadazo. Y como también decían en algún otro blog; todo ésto no es acerca de "salvar el planeta", me temo que el planeta no nos importa ni nosotros le importamos a él: se trata de nuestra propia supervivencia. Porque el planeta mutará, sobrevivirá, habrá nuevas especies evolucionadas, nos barrerá con la gran escoba del desprecio y no volverá a cometer otro error como nosotros.

Que Stephen Hawkins nos ampare.


Thursday, February 12, 2009

La sociedad del miedo.

Una amiga me relató una vez acerca de una teoría que estaban viendo en su escuela, y que... que no recuerdo muy bien qué era exactamente lo que decía, pero el punto era algo así como que vivimos en una "sociedad del miedo". Todo lo que nos inculcan tiene su base en algún miedo.

Es una idea que cada vez cobra más fuerza en mí. Me doy cuenta de lo poderosa que es la doctrina del miedo. A los seres humanos en general y a las mujeres en particular, nos crían (lamentablemente) con un montón de miedos: miedo a Dios y al diablo, miedo al infierno, miedo a los muertos, y a los vivos, miedo a no graduarnos, a no encontrar trabajo, miedo a ser pobres, miedo a los terroristas, a los ladrones, miedo a quedarnos solter@s (y vaya que, en éste punto, a las mujeres nos educan con un montón de caca mental: "tu único propósito en la vida es casarte y tener hijos, sé virgen hasta las quinientas, y recatada, y calladita te ves más bonita, brilla en sociedad porque ahora eres ¨la señora de alguien¨, vístete a la moda porque, si no andas a la moda, es preferible que mueras"), miedo a embarazarnos mañana, miedo a no embarazarnos nunca, miedo a las enfermedades, miedo a que Dios quiera llamarnos a su lado y a que Dios nunca quiera llamarnos a su lado, miedo a perder la chamba, y el estatus, y los amigos, miedo a romper el statu quo, miedo a parecer tontos, y miedo, en general, al rechazo, desde el kinder hasta la tumba le tenemos pavor al rechazo.

Claro está que un poquito de miedo es sano: nos ayuda a medirnos, a prepararnos.

Pero realmente, no sólo en México sino en muchas sociedades, en las iglesias y en las escuelas, se nos da una educación fundamentada más en miedos, que en todo lo que podríamos lograr si los venciéramos.

Parece que no nos damos cuenta de que sirven de muy poco; y que si muchas veces no logramos lo que nos proponemos, no es por absolutamente ningún factor externo, sino por el miedo mismo: de una u otra forma los demás lo notan, nuestro subconsciente lo proyecta, nuesto entorno lo absorbe.

No podría dejar de mencionar que allá en el Imperio, al norte del Río Bravo, la cultura del miedo está exacerbada hasta el absurdo.

Tratemos de criar diferente a nuestros hijos, en todos los aspectos... Mencionar los riesgos de las cosas, claro está, pero no enfocándonos en el miedo sino en la cantidad indescriptible de cosas que se pueden lograr si lo enfrentamos. Después de todo, alguna vez leí que los bebés sólo nacen con dos miedos: a los ruidos fuertes y a caer al vacío. El resto de los miedos se aprende.


Superación personal día con día: escribe hoy una nota de agradecimiento.

Es aconsejable escribir, de vez en cuando, notitas o mensajes de agradecimiento a gente que de una u otra manera ha hecho nuestra vida mejor. Puede tratarse de algo súper importante (a tu madre, simplemente por haberte parido, o a alguien que te salvó la vida), o totalmente random (un buen comentario, alguien que te ayudó a lavar los trastes), pero vamos, mi abuelita me enseñó que no hay nada más feo que ser ingrato. Nadie quiere ir por la vida nadando en un amargo pozo de ingratitud, en especial quienes somos agnósticos/ateos y no acostumbramos dar gracias a las deidades, nos queda el recurso siempre muy lindo de dar gracias a otros seres humanos. Yo lo hago, aunque tal vez no con la frecuencia con que debería.

Pero hoy quiero dar un agradecimiento ligeramente distinto. Hoy voy a agradecerle a alguien que presumiblemente me detesta y que no va a querer saber de mí en todo lo largo de su larga vida, lo que es una lástima aunque no algo que me importe.

Tuve hace poco tiempo una maestra que había perdido algo de contacto con la realidad. Verán, hay gente que no está muy acostumbrada a que los demás sean amables con ellos, o bien le incomoda. Por eso, cuando alguien llega y es amable con ellos, delira. Se viaja bien lejos.

Y quiero darle las gracias porque me regaló una de las anécdotas más chidas y divertidas que he podido usar para entretener a mis amigos. Gracias a ella, ahora muchos de mis amigos y parientes cercanos piensan que tengo una vida novelesca, surrealista e interesante. Y yo realmente no siento que mi vida sea TAN interesante del todo (no al nivel de "¡pongámoslo en un libro!"), hasta que llegan las anécdotas que me regala la gente como ella.

Uno de mis mejores amigos ha dicho que mi vida debería ser televisada (viniendo de él, es un halago muy grande: se dedica a hacer cortometrajes), y es sólo gracias a anécdotas de éste tipo; cuando La Caudilla perdió su vuelo de Luton a Barcelona y ranteó divertidamente sobre ello, cuando La Caudilla se pierde en la zona roja de Ginebra y camina entre las prostitutas, cuando La Caudilla se pierde en un cuartito de limpieza del noveno piso del edificio nuevo del Tec, cuando La Caudilla fue admitida por accidente en un simposium de Filosofía (con su ponencia y todo), cuando angustiada acompaña a sus amigos al Conasida, cuando choca su coche contra un camión parado, cuando choca el coche de un amigo contra la barda de la Alameda (y contra la alcohólica realidad), cuando pasó la noche en la estación de trenes de Nottingham, cuando hizo sus fiestas clandestinas y se fue a Matehuala clandestinamente y en la carretera fue descubierta por su tía... Y ahora, plenty ténquiu, se le ha sumado: "cuando su maestra la corrió del curso de Danza porque pensó, o juró, que era lesbiana y quería con ella".

Sus indesperdiciables e-mails se quedan para siempre en los anales de mis archivos escritos, bajo el título de "El fantástico mundo de Sara". Gracias, Sara. En verdad gracias.

Me importa tres pimientos...

... lo que haya dicho Tiziano Ferro acerca de las mexicanas y los bigotes. Tiene unas canciones ultrachidas y yo soy muy fans.

"Y estaba contentísimo"... Es un título mongólico, pero la canción es una hermosura. Y es difícil no identificarse un poco... sobre todo si se es mujer... Tío, qué fuerte...

Además, los títulos no siempre le hacen justicia a las canciones. Como ejemplo nos basta "Amigos para siempre", que cantaron en las olimpiadas de 1992 Sarah Brightman y José Carreras, y que es la canción olímpica más bella y con el peor título de todita la historia.




Aunque alguien debería decirle a Tiziano que en español no decimos "aigre". Cuero mil ragazzo.


Si quieres que tu compu se trabe para siempre...

... en especial si se trata de una lap Toshiba de ésas que venden por kilo, baja la última versión de Google Earth, y a continuación elige las opciones de "3D Buildings" y "Oceans". Su irresponsividad está garantizada durante al menos una media hora.
Métete a, digamos, Nueva York.



Ah, pero éso sí, yo estoy sencillamente maravillada. Ma-ra-vi-lla-da. Hoy en día uno puede esperar cualquier cosa de nuestros maravillosos artilugios tecnológicos. Para nosotros los ñoños ésto es un delirio.

Mi siguiente propuesta es que se puedan ver imágenes reconstruidas del pasado en 3D. Digamos, el Londres de hace 400 años. Y que tengan nieve de limón. Y unicornios. Muchos unicornios.