Monday, April 4, 2011

Guía rapidísima para ser un pésimo ciudadano

En éstos terribles tiempos en que nos debatimos entre la total apatía ciudadana o la participación social hiperactiva, puede que nosotros los jóvenes nos encontremos algo confusos al respecto. ¿Qué camino tomar hoy en día? ¿El de nuestros padres, ya casi abuelos, los que se lanzaron a la Plaza de las Tres Culturas un fatídico 2 de octubre de 1968 para protestar por las injusticias políticas de aquéllos días; o el de sus hermanos menores, que optan por no tomar banderas y mejor no meterse en mayores problemas?... El primer camino puede lanzarte rápidamente al estrellato social, a los periódicos o a la tumba; mientras que el segundo puede que sea una mayor garantía de seguridad y estabilidad personal. Vamos, hoy en día con todo éste embrollo de la inseguridad, uno nunca sabe cuándo lo amenazan hasta por haberse quejado de la tubería rota y de la tarifa del teléfono.


La autora del presente, desde luego, tampoco conoce la mejor respuesta. Algunas cosas, sin embargo, son muy claras: si alguno de nosotros quiere trabajar para lograr algún cambio duradero en la sociedad, primero, tiene que ser un soñador muy ingenuo, segundo, necesitará la ayuda de otros, y tercero, debe estar dispuesto a llevar a cabo un sinfín de pequeñas y engorrosas actividades que puede que le resulten exitosas, puede que no. Como a ti y a mí nos daría una flojera triple, he decidido mejor publicarles una rapidísima Guía para no ser uno de ésos ciudadanos influyentes y libertarios. He aquí todo lo que tienes que hacer para poder seguir quejándote de lo lindo acerca de lo mal que está el país, pero sin intentar siquiera hacer maldita la cosa. ¡Así todos somos felices!: tú sigues divirtiendo a otros con tus exabruptos e historias terroríficas; quienes ganan mucho dinero de formas ilegítimas pueden seguir haciéndolo tranquilos, y todos seguimos teniendo material de chisme y conversación.

(ADVERTENCIA: la mayoría de estos consejos no tendrán ninguna consecuencia, lo que obviamente significa tranquilidad para ti. Otros pueden meterte en problemas, pero no hay de qué preocuparse: no vas a lograr ningún cambio significativo de todas maneras, y serán sólo problemas evitables y sin sentido).

  • · Olvídate de votar. Declara amargamente que todos los candidatos (y hablo de candidatos a lo que sea, hasta las candidatas a Reina del Racquet) son monigotes de paja con un hueco doble en la cabeza, que llegaron ahí por pura suerte y palancas. Y además, feos. “De seis no se hace uno bueno”, dirás con gesto grave y misterioso. Si estás descontento con los candidatos, no te tomes siquiera la molestia de anular tu voto (eso podría, obviamente en casos masivos, auténticamente lograr que una votación sea nula); simplemente no te presentes y pasa ésa mañana de domingo crudo, viendo “En Familia con Chabelo” o cualquiera que sea su equivalente actual. No sé, yo no veo la tele y estoy un poco alienada de la cultura popular, pero seguro puedes encontrarte algún programa igual de profundo, culto y vastamente inspirador. Además, de todos modos no hay para qué hacer el tonto: tu IFE lo perdiste en el antro hace meses.

  • · Quéjate mucho de Telmex. Muchísimo. Pero sólo en privado, y no te cambies de compañía telefónica. Sigue quejándote mientras compras y compras tus fichas Amigo de Telcel con singular alegría. Dicen por ahí que cambiarse de compañía de todos modos no sirve de nada: Telmex, como empresa mayoritaria en el país y cuasimonopolio privado, tiene el derecho de fijar las tarifas nacionales.
  • · No leas nunca nada, mucho menos escribas. Hablo de novelas, revistas culturales, autobiografías, artículos, periódicos, libros. Limítate a las siguientes: TV y Novelas, Vanidades, TVNotas, Condorito. El resto de la literatura sólo te hará un alienado social porque nadie más en el país la toca, de modo que cuando menciones a Carlos Fuentes, Fernando del Paso o Isabel Allende; ni un alma tendrá alguna terrenal idea de lo que estás hablando. Los chismes televisivos son más accesibles al pueblo y, vamos, a todos nos hacen más felices. Sobre escribir; ya si quieres irte muy lejos, limítate a tener un Blog en donde critiques huecamente, con pleno ingenio, el aspecto físico de quienquiera que te pase por la cabeza. Yo alguna vez tuve uno, y lo pasaba estupendamente, aunque no faltó quién se ofendiera por tomárselo muy en serio. Ignora a quienes te digan que la escritura es para la posteridad.

  • · No pagues tus impuestos.
  • · Pero sí la tenencia, y nunca te quejes formalmente de ella, ni mucho menos apoyes iniciativas legales o políticas para volverla parte de la Historia.

  • · No emprendas acción social. ¿Para qué ayudar a quien sea?... Sólo creas más dependencia. De todos modos, ésos niños necesitan comer otra vez al día siguiente, los necesitados vuelven a necesitar ropa el invierno próximo, los chiquillos quieren nuevos juguetes a la siguiente Navidad. Mucho menos te involucres en acciones sociales educativas: un pueblo educado, bien dicen, es más difícil de someter. Fuera del huacal todo está perdido.

  • · Descarta de inmediato la idea de averiguar cómo se hacen proyectos de leyes. Nunca te preguntes cómo puedes hacerle tú para que tu propuesta para abolir los semáforos, ilegalizar el helado de pistache o hacer obligatorias las pintas colectivas, llegue hasta tu Diputado local y de ahí al Congreso de la Unión. Total, los diputados solitos pueden y deben tener todas las buenas ideas.

  • · No leas los periódicos, y ni hablemos de participar en ellos. Recuerda dónde está la atención del resto del país: la tele local, TV y Novelas, Vanidades, TVNotas, Condorito.

  • · No te eduques, no viajes, no tengas inclinaciones artísticas o literarias. ¿Recuerdas cuando hablábamos de la alienación social?... Sólo te verán como a un bicho raro que está fuera de sintonía con lo que hace el resto de la población: ir al Tenorio Cómico, ver la tele local, TV y Novelas, Vanidades, TVNotas, Condorito. Interésate por la vida íntima de ricos, famosos y estrellitas nacionales de petate. Además, serás mucho más feliz cuando te resignes a quedarte conforme con tu pan diario y tu circo populachero; que vagando por el mundo para averiguar si acaso existen cosas mejores.

  • · No conozcas la Historia de tu país. ¿La de otros?... Ni soñarlo. Recuerda cuán de buen gusto es ir por ahí ignorando detalles básicos sobre tus raíces históricas, prehispánicas, coloniales, independentistas, revolucionarias, económicas, de lucha soberana o hasta nombres de escritores importantes.

  • · Ve muchas telenovelas y sobre todo, aún más importante, empápate de su contexto social y cultural. Si tienes algún negocio, es eso lo que tienes que poner en la tele mientras tus clientes esperan. También ayúdales con la lectura de revistas padrísimas, ya sabes cuáles.

  • · Si eres influyente y tienes poder de convocatoria, organiza motines, manifestaciones y huelgas, pero sin absolutamente ningún sentido o propósito. No tengas propuestas reales de ningún tipo: ten sólo matracas, pancartas y muchos gritos. Recuerda: la intención sólo es obstruir la calle, aventarle ropa interior a Serrano Limón y comprarte algunos días libres de la escuela y el trabajo.

·

  • Sé un consumista indiscriminado y olvídate por entero de todo el desastre ambiental.
  • · Ve al banco y al súper en quincena.

  • · Obtén multas por montones, págalas tarde.

  • · Obstruye a propósito cuanto sea obstruible en la sociedad: el tránsito, el cajero, el parquímetro, la cola, la máquina de refrescos, la educación de tus hijos, la felicidad de otros.



  • · Nunca escribas cartas o peticiones oficiales a nadie: abstente de cometer tamaña ridiculez ante presidentes municipales, jueces, diputados, senadores, procuradores, ombudsmans (¿o se dice ombudsmen?) de Derechos Humanos o gerentes de Walmart. Quedas mejor visto escribiéndole tus cartas directamente a Santa Claus.

  • · Quéjate mucho de todo, pero sólo frente a tus amigos. Inventa maneras cada vez más divertidas de hacer tus exabruptos. Pero no digas ni pío de ninguna manera oficial, ni frente a autoridad alguna. Si alguna vez llegaras a hacerlo, descalifícate de inmediato usando palabras malsonantes, siendo ofensivo, brusco, hueco y atacante. Nos divertirás a todos y la anécdota quedará para nuestros nietos; además, dado que no lograrás ningún cambio real, ¡alguien más puede tener la misma iniciativa más adelante!

  • · No luches por la tolerancia ni la igualdad. Así como estamos, precisamente así, te puedo asegurar que la situación de todos, absolutamente todos; los pobres, los miembros de otras religiones, las mujeres discriminadas, las personas de distinta orientación sexual que no se atreverían a admitirlo por pánico, las otras razas, otras nacionalidades, indígenas, discapacitados, niños y ancianos, todos viven enteramente felices y en ejercicio de sus derechos. Además, la desigualdad y el abuso seguirán dándonos material de noticias amarillistas o hasta novelas… éstas últimas, no leídas por nadie, recuerda.

  • · Nunca denuncies nada. A estas alturas de la vida, ya deberías saber que pararte a hacer una denuncia es casi una garantía de que nada pasará. Mejor sé un vago, sé una papa de sofá, como dirían los gringos. La tele te hará olvidar el dolor.

Nota: la autora del presente declara, con suma obviedad cree ella, que el presente artículo solamente tiene intenciones irónicas, burlescas y tal vez hasta humorísticas, y que, como le han enseñado a todo lo largo de su esmerada educación, no tiene la intención de ofender a nadie. Muy al contrario, ella se declara creyente en la participación ciudadana, “de la buena”…