Tuesday, July 21, 2009

Relojes y mujeres de poca fe

Hace cinco años, en el 2004, me compré en un tianguis pinchurrientísimo de la ciudad de México, un "reloc" despertador que me costó exactamente veinte pesos.

Nunca le he tenido menos fe a un producto, a decir verdad. Ninguno. Ni siquiera a las sandalias chinas les habría tenido menos fe. Y es que el relojito rojo no solamente era hecho en China, sino que era comprado en el tianguis y vamos, me costó veinte pesos.


Y es que yo me lo había comprado sólo con la intención de llevarlo a un viaje largo que iba a emprender por aquél entonces, el reloj sólo tenía un objetivo muy claro: evitar que a la mañana siguiente yo me levantara a las cuatro de la tarde; por aquéllo del jet lag y como efectivamente me había sucedido antes en alguna ocasión. Él sólo tuvo la meta inicial de evitarme una vergüenza.

Pues creerán que el muy cabrito resultó ser como el conejo de Energizer (o bien, para el caso y más metafóricamente hablando, el de Alicia en el País de las Maravillas): sigue y sigue y sigue y sigue.
Ahí sigue. Cinco años después, en perfecto estado, ahí sigue. Sólo le he cambiado la pila unas dos veces.

Lo irónico es que la primera noche en que lo usé, la única noche en que "la cochinada" tenía una misión en particular, me falló. Y es que yo, al darme cuenta de que su alarma sonaba más fuerte que una sirena industrial, tuve el mal tino de colocarlo acostado bajo mi almohada, según yo para no despertar a nadie más. Luego aprendí que el dichoso reloj podía ser imparable y a prueba de fallas; pero siempre y cuando se mantuviera bien paradito y derechito. Si no, se atrasa hasta un par de horas en una noche.

Pero fuera de ésa grave falla inicial, nunca más me ha dado problemas y por el contrario me ha evitado muchos. Ha sobrevivido a cinco viajes de larga duración; al zarandeo de cinco maletas y cinco aviones, muchos más autobuses, y seguramente al aventadero salvaje de más de cinco empleados de aerolínea. Y sigue y sigue y sigue y sigue. Como soy firme creyente en los beneficios de mantener el reloj adelantado, ése es el único que siempre mantengo con al menos cinco minutos de adelanto, o a veces hasta más. De ése modo, mi implacable tirano siempre me recuerda que ya es hora de largarme o llegaré muy tarde a todos lados, antes de que cualquier otro reloj de la casa empiece a hacer lo mismo.

Y sigue y sigue y sigue. Ahora, en cualquier viaje o mudanza temporal, es una de las primeras cosas que tiro en la maleta: el infallable reloj rojo de veinte pesos al que le tuve tan poquísima fe y hoy le tengo tanto respeto.


¡¡Ahora sigue la moralejita pitera!!... El reloj rojo te la enseña: aunque seas hecho en China, aunque hayas terminado en el tianguis de La Raza y aunque a tu patrón le hayas costado tres varos, puedes demostrarle al mundo ¡¡el tigre que hay en tí!! =D